Al muelle de La Ceiba llegamos a las 13:45, con tiempo de sobra para agarrar el ferry de las 16:00 a Utila (si se va ruteando desde Linvingstone sería muy complicado llegar a tiempo en el mismo día, ya que habría que ir en barca colectiva a Puerto Carreras, de ahí buscar un busito a la frontera con Honduras, para luego que algún minibus te acercara a Corinto, y de ahí un autobús a San Pedro Sula, donde por último habría que agarrar otro autobús a La Ceiba y un taxi al muelle, pero si lo lográis, ¡¡avisad!!, puede ser bonito si tienes tiempo).
Mientras esperábamos, charlamos con una curiosa pareja de israelitas y nos enteramos de que ya que en Israel no existen las bodas civiles (son todas religiosas), muchos no religiosos viajan a otros países con convenio con Israel por el cual sus bodas civiles son reconocidas en Israel. Uno de ellos es Honduras... (si es que, hecha la ley hecha la trampa...).
Después de una frugal comida, el Utila Princess nos llevaría en una hora a la isla de Utila, paraíso de mochileros y/o buceadores. Uno de los monitores del montón de escuelas de buceo que hay en el único poblado de la isla nos aconsejó el hostal Rose, en Mammy Lane (no confundir con el Rose Hotel, en la calle principal del pueblo). Resultó estar bastante a desmano (dentro de lo pequeño que es el lugar), y aunque era un lugar agradable y tranquilo, quienes no eran tranquilos eran los vecinos que nos tocaron (es lo que tienen los hostales mochileros). El pueblo era alegre, con mucho guiri buceador y con ganas de marcha nocturna, así que a las 7:00 am del día siguiente nos fuimos a los mucho más tranquilos Cayos de Utila, islotes al suroeste de la isla, donde una de las escuelas (la de Capitán Morgan) tenía un hotel e impartía sus clases de buceo. Varios españoles daban clases en la isla (incluido algún gallego), y aunque yo opté por el snorkel, me ha picado el gusanillo al ver los espectaculares arrecifes de coral, un paraíso de color y vida en el que dan ganas de introducirte y no simplemente verlo “desde arriba”. Lo ideal es ir con al menos 4 días para disfrutar del curso de submarinismo. Utila es el lugar más barato del mundo para hacerlo, y como su paisaje sobre el agua no pasa de ser bonito (y para los que conozcan otras zonas del Caribe hasta decepcionante, dada su falta de playas “de las típicas”), cuando uno mete la cabeza bajo el agua con unas gafas de buceo se da cuenta por qué aquí viene tanta gente...
La laguna rodeada de arrecifes de coral, donde se puede hacer esnórquel sin saber nadar
Casas de gente rica en primera línea. Acabarán por circular toda la isla, pero aun así hay diferencia con otras costas que conozco...
Muelles en los Cayos de Utila, donde estaba el hotel (eran dos cayos unidos por un puente). Al fondo, en el horizonte, se ven otro par de cayitos.
Un habitante de la zona
Y en ese paraíso estuvimos un par de días, hasta el día siguiente al anochecer, que volvimos al pueblo en Utila, donde pasamos la noche esta vez en el hotel Ruby's Inn, habitación de 4 camas por 15 dólares, muy tranquilo y en la calle principal, no lejos del muelle.
Al día siguiente fue de viaje de vuelta a San Pedro Sula, primero en el Utila Princess a las 7:00 am (cuidado con el equipaje frágil, mejor siempre con uno), después en un taxi desde el muelle hasta la estación, y por fin en autobús hasta la estación central de San Pedro Sula. Allí pude comprar un billete de autobús en la compañía King Quality para San Salvador al día siguiente. No encontramos a nuestro amigo Eduardo, más bien estuvo a punto de haber un altercado entre dos taxistas que tuvo que arreglar el árbitro que tienen de la cooperativa asignándonos a uno de ellos. Pasamos cambiando dinero por el centro de SPS, que era un infierno de coches y gente (y con un tipo de cambio euro/dólar horrible, aunque no tan malo como el que les hicieron al día siguiente a mis compañeros de viaje en su vuelta al pasar por el aeropuerto de Miami, donde cobraban los dólares más caros que los euros!!) y luego llegamos al hostal Tamarindo. Desgraciadamente estaba bastante lleno, y solo nos ofrecían una habitación que no nos convenció demasiado, en el vestíbulo. Afortunadamente había un hotelito con menos de 2 años de antigüedad cuyo dueño era primo de la mujer que estaba cuidando el Tamarindo, y que nos vino a buscar. Por 15 dólares tuvimos una habitacioncita en el Guest House Inn con 4 camas, y al día siguiente el propio dueño nos acercó a mí a la estación de autobuses y a mis compañeros al aeropuerto cobrándonos un poquito menos que los taxis. Por si fuera poco, este hotel estaba en el Barrio del Guamilito (7ª avenida y 4ª calle), a un par de cuadras (manzanas) de la plaza central de San Pedro Sula, y pudimos dar un paseo y ver la catedral, los puestos de la resistencia que apoya el regreso de Mel Zelaya (presidente destituído por un Golpe de Estado hace año y medio) y hasta un concierto de Los Reyes de La Punta (síiii, conseguimos verla).
La catedral de San Pedro Sula
Los Reyes de la Punta
A mí aun me quedaba un día de viaje desde San Pedro Sula a San Salvador, salimos a las 5:00 am y a las 13:30 estábamos en San Salvador, yendo por el lado de la forntera de El Poy. Allí me quedé en el agradable hotel que estaba en la misma estación de King Quality, para no andar ya con muchos cambios (aunque este era más carillo, 32 dólares desayuno incluido, con wifi y de todo, casi un lujo). Por lo menos pude mirar el montón de correos-e que me esperaban... Al día siguiente fue la vuelta, en el aeropuerto de San Salvador, pequeño y caótico, pero agradable, luego el de Costa Rica, mi preferido, para luego llegar al agobio de la T4 y las malas formas del personal de seguridad que parece que en España están siempre amargados, no es para menos, con la cantidad de medidas de seguridad chorras que les obligan a supervisar, “descálcese; el cinturón; ¿lleva algo en el bolsillo?; el agua no puede pasar, tampoco la puede beber aquí, tiene que salir de nuevo y volver a entrar (?!)”. Y luego en Santiago de pronto aparecen dos guardias civiles de la nada donde estaba saliendo la gente con su equipaje sin que les registraran ni les preguntaran, para empezar a preguntar si tenemos algo que declarar, No, de donde viene, de muy lejos: San Salvador, pero no ha comprado nada?, algún regalito, ¿por cuanto valor?, XX euros (no le acabo de decir que no tengo nada que declarar, si no me cree regístreme!!!). Las medidas arbitrarias y chorras no crean seguridad, señores “diseñadores” de medidas de seguridad, más bien crean que la gente se enfade y se sientan humilladas y como ovejas, y el personal de seguridad esté amargado. Hogar, dulce hogar...
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