jueves, 1 de octubre de 2009

ELEGID, ELEGID, MALDITOS


La gran película de Sydney Pollack Danzad, danzad, malditos, hace exclamar ¡que no lo hagan si no quieren, las personas tienen libertad para elegir! Pero esto casi nunca es así, porque esa libertad no es libertad si se hace presionado de alguna manera (en el caso de la película, por ser una mala época, en plena Gran Depresión, un paralelismo curioso con la actual crisis), o si no se tiene información suficiente (y hay grupos a los que no les interesa que esa información fluya).

Pero claro está, una sociedad democrática, libre y moderna como la nuestra, no tiene problemas de este estilo, y en la publicidad se ven continuas llamadas a la "libertad de elección" de los consumidores. Recuerdo la de "los amigos te los vas encontrando por la vida, la novia..., ¡es ella la que te elige! ¡El coche lo eliges tu!". Y lo mejor es la falsa competencia entre productos, en España KAS lo hizo muy bien con la competencia "en broma" entre Naranja y Limón, pero hay otros lugares con falsas competencias muy trabajadas, como entre las cervezas Victoria y Toña en Nicaragua (ambas pertenecientes al imperio de los riquísimos Pellas, propietarios también del ron Flor de Caña, concesionarios de Toyota y muchas cosas más a lo largo y ancho del país). La falsa sensación de estar eligiendo funciona mucho mejor que la imposición o un flagrante monopolio (la trilogía Matrix también supo reflejar muy bien esto).

El problema es que tal y como está montado el chiringuito, no está tan claro que haya libertad para "no ser consumidor"..., o para consumir de otra manera. El consumo genera riqueza-nos dicen- genera puestos de trabajo. No se puede vivir en una burbuja en este mundo globalizado (mi sueño, ¿una granja autosostenible?). Pero cuando desciende el consumo, bajan los precios y viene la deflación, todo son llamamientos a la calma, a seguir consumiendo para que no se desmorone el sistema (incluso desde el propio gobierno, todos sabemos que hay poca diferencia entre los modelos de desarrollo que proponen los grandes partidos, ideologías aparte). Los indicadores son positivos sólo si indican un "crecimiento sostenible". Mi preocupación es que creo que no están teniendo en cuenta los límites del crecimiento, y es que claro, pensar a medio y largo plazo es difícil, pero sobre todo incómodo.

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