En Plounarch hay una vista de la playa y un castillo en una de las islas que merece mucho la pena. También está por esa zona la Isla Grande, zona vacacional. Lannion tiene también cierto interés, pero ya nos dirigimos a Brest, ya en el Departamenteo de Finistère, para establecer las base para dos noches más (y con gran acierto, porque se puso a llover a cántaros). Llegamos a la tarde y dimos un paseo, pero no nos llamó demasiado la atención, ya que fue una ciudad muy castigada por la guerra mundial, y lo que llama la atención es su base naval y el castillo. Tampoco tiene camping municipal, pero en la carretera saliendo de la ciudad hacia el sur, en Le Relecq-Kerhuon, había uno muy cuco donde nos quedamos esa noche y otra más. Aun hubo tiempo de acercarse a Daoulas a ver su mercado de tarde de “produits du terroir” (deliciosa sidra de la zona, hortalizas, fresas, crépès y licores varios..., incluso cerveza de la zona), y a Plougastel, a ver su calvario (es como los cruceiros gallegos, pero más elaborados, se dice que se hacían cuando una gran peste o problema se cernía sobre una zona para atraer la bondad del cielo, en este caso el mal debía ser muy muy grande, ya que es de los más sobrecargados y elaborados de Francia).
Acantilados de granito rosa
Plounarch
Lannion, con sus escaleras hacia la iglesias de Brelevenez y cruceiro en primer plano
Calvario de Plouegastel
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