jueves, 11 de septiembre de 2008

TANZANIA, EN LA CUNA DE LA HUMANIDAD, CAP. 4. KWA HERINI

Y por fin llegó el Safari. Los documentales de la 2 (nunca me dormí con ellos, lo juro).
El merchandaising, que te seguía allá donde ibas...


Lo primero es sacudirse el agobio del acoso continuo al que los cazadores de guiris someten, sobre todo en Arusha, a los que buscan (o no) hacer un safari a un precio razonable. Nosotros llegábamos avisados, y además ya habíamos
decidido hacerlo con la gente del hotel en que nos habíamos alojado en Moshi, que tenían un precio razonable y un buen servicio según amigos que ya lo habían hecho. Nos ahorramos así muchos dolores de cabeza, aunque 600 dólares por 4 días y 5 noches es un precio razonable, no deja de ser bastante pasta, pero con el cuento de que es una vez en la vida... En fin, como decía Javier Reverte en su libro El Sueño de Africa, lo que pagues de más a la gente en esta zona en general será alegría para alguna familia (y yo añado, excepto si lo haces para grandes agencias u hoteles...). Aunque si de verdad se quiere saber sobre Africa hay libros como Ebano (el de Kapuscinski) que da una visión occidental poco convencional, u otros menos conocidos como Esperando el Voto de las Fieras (de Ahmadou Kourouma) que dan una visión de gente de Africanos de las grandezas y miserias del continente a través de la vida de un dictador.
De animales mejor ved los enlaces de más abajo, pero no puedo evitar poner estas, una del verdadero rey de la selva, y otra de cómo es posible que animales tan grandes se puedan camuflar así...

No hay mucho que se pueda expresar con palabras sobre un safari (que significa viaje en swahili, palabra con ciertas connotaciones negativas, porque significaba sufrimientos y apartarse de la tierra de uno), que han cambiado la escopeta por la cámara.
El lago Manyara, primer destino del Safari, para ir abriendo boca

Son parques naturales que llevan 40 años en funcionamiento, se trata de la conservación "in situ" (contraponiéndose a la "ex situ" como los zoológicos) en estado puro, con extensiones inmensas donde los leones no están allí, sino
que "pueden estar o no, o sí, o quien sabe...".
Del Serengeti, con las fotos espectaculares que hay publicadas por doquier,
tengo que poner la polvareda que levantan los
coches de los mzungus, que casi compite con la inmensidad de este parque nacional.

Uno se siente en Serengeti pequeño en el espacio inmenso de llanuras sin fin, algo parecido a lo que sentí en el desierto del Sahara argelino hace pocos años. Una buena cura de humildad para los "mzungus", que se complementó en el lago Manyara y en el cráter del Ngorongoro, cuando nos damos cuenta de que no somos una super-obra de la naturaleza, que esas son otras..., como los atardeceres rojos, los lagos llenos de flamencos, las empinadas paredes del valle del Rift y del Ngorongoro, las caravanas infinitas de animales (los puntitos negros de la foto), la presencia inquietante del guepardo a lo lejos, la pachorra engañosa de los hipopótamos y el rinoceronte, la indiferencia majestuosa de las leonas, la elegancia del leopardo, los "big five" (tuvimos suerte) y sobre todo la vida que se ve y se siente allá donde mires. Y todo eso como contraposición de un puñado de mzungus ruidosos y con aspecto de "aventureros de Coronel Tapioca" que a veces conseguían ponernos nerviosos (y de los que, lo queramos o no, formábamos parte, y en cierto modo han asegurado que estas maravillas se conserven, cosas veredes...).
El Ngorongoro, los puntitos negros en el centro-izquierda son animales (!)
El dormir en tienda rodeado de sonidos extraños (y de presencia física de bichillos que merodeaban por los alrededores de los campamentos te recuerdan que solo eres uno más en ese lugar, y el jabalí que me encontré al salir del baño en el camping del Ngorongoro debió pensar lo mismo cuando casi lo golpeo con la puerta, y corrimos yo hacia un lado y él hacia otro todo lo rápido que pudimos..).

Y en el campamento donde dormimos en Ngorongoro, al borde del cráter, toda la expedición, de izquierda a derecha:
Félix, Matías (cocinero, un auténtico chef), Eric (el guía, sus gestiones nos hicieron "cazar" los big five), Lalo, Patricia, Sergio y una chica de los USA que se convirtió en nuestra compañera el segundo día de safari

Para ver más fotos espectaculares de lo que vimos en el safari (no os perdais la del leopardo con la gacela en el árbol y el resto de los big five, además del guepardo...), de uno de los compys, mirad aquí y aquí (calidad National Geographic garantizada ;-DDD).

Y luego, por continuar con la cura de humildad, en vez de ir a ver el poblado Masai donde a cambio de unos dólares se dejan fotografiar e incluso bailan para los turistas (los masai merchandaising les llamamos, aunque ellos declaran que el que vengan turistas a verlos y tengan ingresos por ellos han hecho que puedan mantener muchas de sus tradiciones y rituales, que de otra manera hubieran desaparecido..., para gustos hay colores), decidimos ir a la Garganta de Olduvai. Ahí, en una humilde pero interesante aula de interpretación (un museillo), oyendo las explicaciones de un guía en el mirador sobre las excavaciones, me sentí pequeño en el tiempo..., y como el guía insistió a los mzungus que allí había, puede que al principio todos fuéramos negros..., así que seguro que todos somos hermanos. Esta declaración tan sencilla me causó muy buen rollo y me dejó una sonrisa en el alma.

Y para compensar la parte "guiri total", y fiel a una tradición que espero continuar allí donde vaya, dedicamos un día a hacer turismo comunitario, una visita a un pueblito al pie del monte Meru, monte casi tan mítico como el Kilimanjaro.

El agua, bien escaso en esta zona que se acarrea usando los medios de los que se disponga



Paseando por la comunidad (a la izquierda las plataneras)

Ahí viven unos masais que se han establecido como agricultores, con su café, bananos y otros cultivos menores (casi no distinguiría el lugar si me hicieran adivinar el lugar donde estaba entre Jinotega, en Nicaragua, donde pasé una de las mejores épocas de mi vida, y esta zona de Tanzania, fresca y verde). Simplemente cruzando un pequeño río se pasaba a otro pueblito de otra etnia, con otra cultura y otra lengua (de hecho aprendí a saludar en masai, para cachondeo de niños y mayores, pero tenía que preguntar al guía si las personas con las que nos íbamos a cruzar eran masai o no, para no meter la pata..., la verdad es que era imposible distinguirlas por el aspecto). Fue un día muy tranquilo donde aproveché para saber algo más de la vida en los pueblos en su día a día, y debimos dar que hablar bastante sobre todo con nuestra "mauer muñekiti" (o algo así, que traducido es algo así como la "jefa de las flores"...).

...y fuimos a conocer el atractivo turístico más importante de la zona, aunque sería suficiente caminar por la zona en sí

Problemas comunes en muchos lugares, avance de la frontera agrícola...

Y la vuelta, levantándose a las 3 de la mañana en Arusha, en taxi al aeropuerto, y la paliza a Nairobi, Londres, Madrid y Santiago. Vaya desde aquí un mal de ojo de la Meiga para la gente de Iberia de los mostradores de Londres y Madrid,
que no fueron capaces de tramitarnos el equipaje para no tener que volver a facturar en Madrid (con hora y 20 minutos de tiempo, y a pesar de llegar a facturar con tiempo porque salieron nuestras maletas las primeras, la persona que tenía que hacerlo demostró "cierta incompetencia", con lo que yo tuve que darme una paliza dejando las maletas en consigna y mientras mi compy suplicaba a los del avión a Santiago que me esperaran). En cambio, me quedo con los que me gritaron "run Forrest run" al verme correr por Barajas a por cambio para la infernal máquina de la consigna, con los que me cuidaron el equipaje en consigna, y con la amabilísima tripulación del vuelo Madrid-Santiago, que nos esperaron y en cierta medida "mimaron" cuando vieron el estado lamentable en el que llegamos...Pero a las 00:30 volvimos á terriña.
Y de postre..., otro león (bueno, leona, que son las que curran y cuidan a las crías, con una siembre vigilante). La sensación de cercanía no es falsa, estaban ahí, y creo que, afortunadamente, dan a los visitantes y sus coches la misma importancia que a un gran elefante blanco y ruidoso...

Kwa herini!!! Y como suelo decir, creo que volveré...



Otros enlaces de relacionados

TANZANIA, EN LA CUNA DE LA HUMANIDAD, CAP 1. JAMBO!!
TANZANIA, EN LA CUNA DE LA HUMANIDAD, CAP 2. MAMBO!!
TANZANIA, EN LA CUNA DE LA HUMANIDAD, CAP 3. POLE POLE

3 comentarios:

Gonzalo Martínez Crespo dijo...

Jejeje, siguen faltando las fotos de la Reina de África!!

Aún así la crónica es muy buena y suscribo todo lo contado. Tanto el Serengueti como el Lago Manyra y el Ngorongoro hacen retrotraer la mente a tiempos pasados y lejanos. Es una sensación parecida a ver el mar, que parece que forma parte de nuestro pasado...

Debe haber algún gen en el cuerpo que recuerda que el hombre viene de la sabana africana.

Como nos dijo el guía del museo Olduvai, "Bienvenidos a Casa". Ese es el sentimiento que transmite África.

Sergio dijo...

La reina de africa, jejejeje, esas mejor las dejamos para la presentación...

aca dijo...

menudo viaje! Gracias por compartirlo. Estoy deseando la versión en directo.
Para mi gusto falta sólo un video de Sergio y el jabalí corriendo ;-)